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Sembrerebbe una lezione cristallina, eppure l’essere umano non vuole imparare. Oggi stesso si stanno innalzando nuovi Muri di Berlino, barriere fisiche, come tra Ungheria, Slovenia e Croazia, oppure barriere mentali, come tra Catalogna e Spagna. Non ho conoscenze né competenze sufficienti per dare un’opinione sulle questioni politiche alla base di questi progetti di divisione. Però so una cosa: le barriere allontanano, generano tensioni, conflitti e infelicità. Le barriere sono il sintomo di una visione distorta della realtà, che non vuole vedere le cose in comune tra le due parti, in entrambi i sensi.
Forse, invece di pensare di innalzarne di nuovi, sarebbe più opportuno occuparci dei Muri di Berlino che ci portiamo dentro: le barriere mentali che impediscono di riconoscere l’altro come un possibile me stesso; barriere che mi illudono di essere qualcosa di diverso dal resto, quando in realtà non ne sono che una parte; barriere che mi convincono di poter essere felice quando il resto non lo è.
Siamo tutti sulla stessa barca. Stare bene grazie alla sofferenza altrui non solo non è etico, semplicemente non funziona. La storia lo insegna. Ascoltiamola.
El 9 de noviembre 1989 cayó el Muro de Berlín. Una barrera que dividió a los berlineses de los berlineses, a los alemanes de los alemanes, a los europeos de los europeos, durante 28 años. Una obscenidad histórica, fuente de conflictos, malentendidos, identidades de pacotilla y falsas ideologías, impuestas en nombre de un enemigo tanto irreal como cómodo. Afortunadamente, la gente supo decir basta. A partir de ahí comenzó una ola de armonía y prosperidad que aún continúa en la actualidad.
Parecería una lección clara, sin embargo el ser humano no quiere aprender. Hoy en día se están levantando nuevos Muros de Berlín, bien barreras físicas, como entre Hungría, Eslovenia y Croacia, bien barreras legales, como entre Cataluña y España. No tengo conocimientos ni competencias suficientes como para dar una opinión sobre las cuestiones políticas detrás de estos proyectos. Pero sé una cosa: las barreras alejan, generan tensión, conflicto e infelicidad. Las barreras son el síntoma de una visión distorsionada de la realidad, que no quiere ver lo que hay en común entre las dos partes, en ambos sentidos.
Tal vez, en lugar de pensar en levantar nuevos muros, sería más apropiado ocuparnos de los muros de Berlín que llevamos dentro: las barreras mentales que impiden reconocer al otro como un posible yo mismo; barreras que me engañan y me hacen creer que soy algo diferente del resto, cuando en realidad sólo soy una parte de ello; barreras que me convencen de que puedo ser feliz cuando el resto no lo es.
Estamos todos juntos en esto. Estar bien gracias al sufrimiento de los demás no sólo no es ético, simplemente no funciona. La historia nos lo enseña. Escuchémosla.
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