martedì 6 novembre 2012

"Shogun" (James Clavell)

Il karma e' il principio della conoscenza. Poi viene la pazienza. Chi e' paziente e' forte, Anjin-san. Pazienza vuol dire trattenere la tendenza alle sette emozioni: odio, adorazione, gioia, angoscia, collera, dolore, paura. Se non lasciate via libera a queste sette, siete paziente, e presto capirete la sostanza delle cose e sarete in armonia con l'eternità 

Ci sono libri che si incidono a fuoco nella sensibilità di un lettore e restano nella memoria per tutta la vita. Shogun di James Clavell è per me uno di questi. 

Certo era facile che mi colpisse, è il libro perfetto per me. Perché non l’avessi letto prima resta un mistero. Come resistere alla storia di un occidentale scaraventato suo malgrado nel Giappone dei samurai, tra intrighi di palazzo, donne in kimono, agguati, amori e tradimenti sul filo della katana? Impossibile. Mi sarebbe bastata da sola l’ambientazione esotica e Zen. Tutto quello che avevo sempre sognato in un romanzo e non avevo mai osato chiedere. 

James Clavell è un narratore splendido: partendo dalle vicende storiche del capitano inglese William Adams alla corte di Tokugawa Ieyasu (l’unificatore del Giappone), è capace di raccontare una storia avvincente che anche dopo 900 pagine ti lascia l’amaro in bocca perché finisce troppo presto. Magistrale. 

Come sempre nessuno è perfetto, certe parti sono un po’ prolisse e il finale traballa un po’, ma il personaggio del capitano John Blackthorne “Anjin” è memorabile e il suo amore per Mariko ha la bellezza e la fragilità di un ciliegio in fiore. E rimane il ricordo di Toranaga (Tokugawa), il grande samurai: pericoloso, carismatico, misterioso e imprevedibile. Da antologia. 


Karma es el principio del conocimiento. Después, está la paciencia. Los pacientes son fuertes, Anjín-san. Paciencia significa dominar nuestra inclinación hacia las siete emociones: odio, adoración, gozo, ansiedad, irritación, dolor y miedo. Si las resistes, eres paciente, y pronto comprenderás todas las cosas y estarás en armonía con la Eternidad. 

Hay libros que se graban a fuego en la sensibilidad de un lector y queda en la memoria para toda la vida. Shogun de James Clavell es para mí uno de ellos. 

Claro que era fácil que me impactase, es el libro perfecto para mí. Por qué no lo hubiese leído antes es un misterio. ¿Cómo resistir a la historia de un occidental arrojado a su pesar en el Japón de los samuráis, entre intrigas de palacio, mujeres en kimono, emboscadas, amores y traiciones en el filo de la katana? Imposible. Me habría valido por si sola la ambientación exótica y Zen. Todo lo que había soñado siempre en una novela y nunca había osado pedir. 

James Clavell es un narrador magnífico: partiendo de los hechos históricos del capitán ingles William Adams en la corte de Tokugawa Ieyasu (el unificador de Japón), es capaz de contar una historia cautivadores que inclusive después de 900 páginas te deja mal sabor de boca porque se acaba demasiado pronto. Magistral. 

Como siempre nadie es perfecto, ciertas partes son un poco prolijas y el final se tambalea un poco, pero el personaje del capitán John Blackthorne “Anjin” es memorable y su amor por Mariko tiene la belleza y la fragilidad de un cerezo en flor. Y queda el recuerdo de Toranaga (Tokugawa), el gran samurai: peligroso, carismático, misterioso e imprevisible. Inmortal.

1 commento:

  1. En primer lugar, tengo que reconocer que soy un admirador de la cultura japonesa, idioma incluido, en cuyo estudio invertí tiempo hace algunos años. Luego, incapaz de pasar del primer curso en la escuela de idiomas, lo dejé para mejor ocasión. Ello no significa en modo alguno que mi interés por dicha cultura haya disminuido. Simplemente me limité a dejar el idioma algo aparcado. En cuanto a la obra, es de mis preferidas. La novela histórica es una de mis pasiones, y la época en la que discurre la acción en «Shogun» es sumamente interesante: las luchas de poder entre «daimios», la crueldad aparente y real, el odio al extranjero, la presencia jesuita en las islas y la inmersión cultural sufrida por el protagonista dotan de un interés especial a la obra. Con una redacción precisa y no exenta de descripciones necesarias, el autor nos lleva de la mano en una aventura en tierra extraña, la denominada «Yamato» por los antiguos, el Japón de primeros del siglo XVII. La relación del capitán holandés con la chica traductora japonesa sirve de hilo conductor para sumergirnos en una cultura fascinante. No falta por supuesto la historia de amor y la guerra en un país que aún continúa en época feudal. Para los amantes de la cultura japonesa, recomiendo «El crisantemo y la espada», de R. Benedict. En resumen, la obra para mí, imprescindible. Salu2.

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