venerdì 18 maggio 2012

Nueve círculos. Sexto círculo: Koya-san


     Allí está, ya llegamos. Lo sé, ha sido un viaje largo. Pero merecía la pena. Fíate de mí. Sí, es el cuarto tren que cogemos esta mañana. Por lo menos éste es un funicular panorámico. Subimos que es un placer. ¿Qué pasa, todavía estás enfadada? Intenta disfrutar del paisaje. Muy bien, así. Estaba seguro que lo apreciarías. Y esto no es nada, verás arriba.
     Tenemos que hacer una parte del camino andando. No te desagrada, ¿verdad? Escucha qué paz, qué tranquilidad. Las pagodas son magnificas, ¿no te parece? Y esos tejados hacia arriba, tan exóticos. Y además no hay turistas, occidentales como nosotros no he visto. Es perfecto. Tenía razón yo, ¿has visto? Y tú que no querías. Te lo había dicho que sería fantástico. ¿Por qué esa cara? ¿Todavía por esas cosas feas que de dije el otro día? Te he pedido perdón mil veces. Dejémoslo, ¿quieres? Eso es, sonríe, así va mejor.

     ¿Lo ves este puente? Venga, crucemos. Mira qué arroyo tan bonito. Estoy seguro que está lleno de peces. El bosque es éste. Hace fresco, ¿no te parece? Hagamos una pausa, me falta el aliento. Sentémonos en este bordillo. Estos árboles tienen que tener cientos de años. ¿Has visto qué altos? Y esta neblina les da un encanto especial. Pero se te mete en los huesos. Menos mal que estamos en verano que si no se moriría de frío.
     Qué silencio. ¿Qué pasa, no te gusta? Ya me lo has dicho que no querías venir, pero me ha parecido el sitio justo. El último viaje. Llevamos toda la vida apretándonos el cinturón, por lo menos esta vez te mereces lo mejor. ¿Dónde mejor que en monte sagrado de Koya-san? Y tú que pensabas que nunca volverías a salir de casa. En cambio mírate: estás en Japón.
     Vamos, falta poco. El último esfuerzo, luego podrás descansar. Mira las estatuillas de Buddha, tienen una especie de delantal rojo. Son muy diferentes de las de nuestro centro Zen, ¿no crees? Qué raro. Pero me gusta como brilla el rojo sobre el gris de las piedras. ¿Y estas columnas? Están llenas de ideogramas, parece que el musgo se las quiera comer. Hay estatuas por todas partes, por la colina, hasta donde se pierde la vista. Y deja de refunfuñar. Lo hago por ti, ¿sabes? Todo por ti. Si no estuviera yo, no sé como harías. Todavía estarías atrapada en esa cama. Por lo menos una vez podrías darme las gracias. Ah, allí está el templo, al fondo, ¿lo ves? Estos señores vestidos de naranja deben ser los monjes. De verdad es el lugar perfecto. Vamos.
     ¿Habrías querido una columna también tú? No era posible, lo he intentado pero han dicho que no. Qué le vamos a hacer. Creo que todo este bosque es sagrado. Estará muy bien. Y deja de darle vueltas a todo. Lo hemos hablado mil veces. Sí, lo sé, tú no decías nada, nunca dijiste nada, pero porque no podías hablas, yo sabía muy bien lo que pensabas, lo que dirías. Inclusive ahora, te conozco demasiado bien. ¿Qué crees, que lo hice por mí? ¿Pero estás de broma? Corro el riesgo de que me cojan, ¿entiendes? Para ti. ¡Para ti! Y tu, desagradecida. Pero no hablemos más. No es éste el lugar para discutir. De todas formas con mi edad puedo estar tranquilo.
     Venga, aquí se quita uno los zapatos. Siente qué paz. Y este olor a incienso que viene de los braseros que tanto sabe a místico. Cómo me gustaría ir contigo, pero no se puede. Para mí no sería justo. Tú, en cambio, ¿qué otra cosa podías hacer? Lo habrías hecho tú sola si hubieras podido. Yo sólo te eché una mano, fui el brazo de tu voluntad. Fue un momento, sólo una bolsa de suero diferente de las otras. ¿Cuánto tiempo habrías pasado en ese estado? ¿Diez años, veinte? Yo tuve suficiente con diez meses.
     Parémonos aquí, en este puente. Escucha como borbotea el arroyo, lleno de vida. ¿No es hermoso? Lo haremos aquí. No pongas pegas. ¿No querrás quedarte allí dentro para siempre? De acuerdo, es una urna muy bonita, la he buscado durante semanas por todas las tiendas de antigüedades. Pero ya es hora de salir.
     ¿Ni me saludas? Un beso te lo doy yo. Recuerda que esto no es un adiós. Nos volveremos a ver. No voy contigo, todavía no. Iría si pudiera. Cuánto te echaré de menos. Pero para mí no es el momento. No me queda mucho, pero quién sabe. No intentaré rehacer mi vida, soy demasiado viejo. Pero sabré cuidar de mí mismo. Vete serena. Quizás nos volvamos a ver en una próxima vida. Será el karma el que decida.
     Qué bonitos juegos de luz entre la ceniza que cae en el arroyo, se ve el arcoíris. Hasta luego, Margherita. Te querré para siempre.

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NUEVE CÍRCULOS (pincha para leer)
IX círculo: Cero (desde el 8 de junio)
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