Allí está, ya
llegamos. Lo sé, ha sido un viaje largo. Pero merecía la pena. Fíate de mí. Sí,
es el cuarto tren que cogemos esta mañana. Por lo menos éste es un funicular
panorámico. Subimos que es un placer. ¿Qué pasa, todavía estás enfadada?
Intenta disfrutar del paisaje. Muy bien, así. Estaba seguro que lo apreciarías.
Y esto no es nada, verás arriba.
Tenemos que hacer una
parte del camino andando. No te desagrada, ¿verdad? Escucha qué paz, qué
tranquilidad. Las pagodas son magnificas, ¿no te parece? Y esos tejados hacia
arriba, tan exóticos. Y además no hay turistas, occidentales como nosotros no
he visto. Es perfecto. Tenía razón yo, ¿has visto? Y tú que no querías. Te lo
había dicho que sería fantástico. ¿Por qué esa cara? ¿Todavía por esas cosas
feas que de dije el otro día? Te he pedido perdón mil veces. Dejémoslo,
¿quieres? Eso es, sonríe, así va mejor.
¿Lo ves este puente?
Venga, crucemos. Mira qué arroyo tan bonito. Estoy seguro que está lleno de
peces. El bosque es éste. Hace fresco, ¿no te parece? Hagamos una pausa, me
falta el aliento. Sentémonos en este bordillo. Estos árboles tienen que tener
cientos de años. ¿Has visto qué altos? Y esta neblina les da un encanto
especial. Pero se te mete en los huesos. Menos mal que estamos en verano que si
no se moriría de frío.
Qué silencio. ¿Qué
pasa, no te gusta? Ya me lo has dicho que no querías venir, pero me ha parecido
el sitio justo. El último viaje. Llevamos toda la vida apretándonos el
cinturón, por lo menos esta vez te mereces lo mejor. ¿Dónde mejor que en monte
sagrado de Koya-san? Y tú que pensabas que nunca volverías a salir de casa. En
cambio mírate: estás en Japón.
Vamos, falta poco. El
último esfuerzo, luego podrás descansar. Mira las estatuillas de Buddha, tienen
una especie de delantal rojo. Son muy diferentes de las de nuestro centro Zen,
¿no crees? Qué raro. Pero me gusta como brilla el rojo sobre el gris de las
piedras. ¿Y estas columnas? Están llenas de ideogramas, parece que el musgo se
las quiera comer. Hay estatuas por todas partes, por la colina, hasta donde se
pierde la vista. Y deja de refunfuñar. Lo hago por ti, ¿sabes? Todo por ti. Si
no estuviera yo, no sé como harías. Todavía estarías atrapada en esa cama. Por
lo menos una vez podrías darme las gracias. Ah, allí está el templo, al fondo,
¿lo ves? Estos señores vestidos de naranja deben ser los monjes. De verdad es
el lugar perfecto. Vamos.
¿Habrías querido una
columna también tú? No era posible, lo he intentado pero han dicho que no. Qué
le vamos a hacer. Creo que todo este bosque es sagrado. Estará muy bien. Y deja
de darle vueltas a todo. Lo hemos hablado mil veces. Sí, lo sé, tú no decías
nada, nunca dijiste nada, pero porque no podías hablas, yo sabía muy bien lo
que pensabas, lo que dirías. Inclusive ahora, te conozco demasiado bien. ¿Qué
crees, que lo hice por mí? ¿Pero estás de broma? Corro el riesgo de que me
cojan, ¿entiendes? Para ti. ¡Para ti! Y tu, desagradecida. Pero no hablemos
más. No es éste el lugar para discutir. De todas formas con mi edad puedo estar
tranquilo.
Venga, aquí se quita
uno los zapatos. Siente qué paz. Y este olor a incienso que viene de los
braseros que tanto sabe a místico. Cómo me gustaría ir contigo, pero no se
puede. Para mí no sería justo. Tú, en cambio, ¿qué otra cosa podías hacer? Lo
habrías hecho tú sola si hubieras podido. Yo sólo te eché una mano, fui el
brazo de tu voluntad. Fue un momento, sólo una bolsa de suero diferente de las
otras. ¿Cuánto tiempo habrías pasado en ese estado? ¿Diez años, veinte? Yo tuve
suficiente con diez meses.
Parémonos aquí, en
este puente. Escucha como borbotea el arroyo, lleno de vida. ¿No es hermoso? Lo
haremos aquí. No pongas pegas. ¿No querrás quedarte allí dentro para siempre?
De acuerdo, es una urna muy bonita, la he buscado durante semanas por todas las
tiendas de antigüedades. Pero ya es hora de salir.
¿Ni me saludas? Un
beso te lo doy yo. Recuerda que esto no es un adiós. Nos volveremos a ver. No
voy contigo, todavía no. Iría si pudiera. Cuánto te echaré de menos. Pero para
mí no es el momento. No me queda mucho, pero quién sabe. No intentaré rehacer
mi vida, soy demasiado viejo. Pero sabré cuidar de mí mismo. Vete serena.
Quizás nos volvamos a ver en una próxima vida. Será el karma el que decida.
Qué bonitos juegos de
luz entre la ceniza que cae en el arroyo, se ve el arcoíris. Hasta luego,
Margherita. Te querré para siempre.
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IX círculo: Cero (desde el 8 de junio)
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