"¿Qué dices a un hombre con dos ojos morados? Nada, ya se lo han dicho dos veces". Darryl, Be Cool (1999)
Algunos valiosos consejos para escribir novela negra y crime stories de un maestro del género: Elmore Leonard, conocido para la mayoría por el gran éxito de las peliculas basadas en sus obras, en particular Get Shory, Jackie Brown, Be Cool e Out of Sight. Es uno de mis escritores preferidos, por las tramas enredadas pero perfectamente planificadas, por los personajes absudos pero verosímiles, y sobre todo por los diálogos reales y directos, al más puro estilo de Hemingway.
El consejo más útil es el que resume todos los demás: "If it sounds like writing, I rewrite it". Si suena como escritura, lo reescribo. Para quien se ha criado con la Literatura Italiana como modelo, es un pelotazo de vida, una liberación de los estereotipos de la lengua escrita, tan lejanos del color y la emotividad del habla de la gente.
Ahí van las diez reglas de Elmore Leonard, aderezadas por su típico sentido del humor:
1. Nunca abras un libro hablando del clima. Si es sólo para crear la atmósfera, y no para mostrar la reacción de algún personaje ante el clima, mejor que no sigas.
2. Evita los prólogos. Pueden ser irritantes, especialmente los prólogos seguidos por introducciones seguidas por preámbulos. Por lo general se los encuentra en los ensayos. Pero en las novelas, un prólogo es historia, y se lo puede dejar caer adentro en donde quieras.
3. Nunca uses otro verbo que no sea “dijo” para llevar un diálogo. La línea de diálogo pertenece al personaje; el verbo es el autor metiendo la nariz. Pero al menos “dijo” es mucho menos invasivo que “jadeó”, “advirtió” o “mintió”. Una vez noté que Mary McCarthy terminaba una línea de diálogo con “ella aseveró”, y tuve que parar de leer y conseguir un diccionario.
4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo “dijo”… él amonestó seriamente. Usar un adverbio de esta forma (o casi de cualquier forma) es un pecado mortal. El autor se está exponiendo de verdad, usando una palabra que distrae y puede interrumpir el ritmo de la charla. Tengo un personaje en una de mis novelas que cuenta cómo solía escribir romances históricos “llenos de violaciones y adverbios”.
5. Mantén tus signos de exclamación bajo control. Deberías permitirte no más de dos o tres cada 100.000 palabras. Ahora, si aprendes a jugar con los signos de exclamación como lo hace Tom Wolfe, entonces sí, puedes arrojarlos de a puñados.
6. Nunca uses las expresiones “de pronto” o “se armó un lío padre”. Esta regla no necesita una explicación. He notado que los escritores que usan “de pronto” tienden a ejercer un menor control en el uso de los signos de exclamación.
7. Usa los dialectos o las jergas en pequeñas cantidades. Una vez que empieces a escribir las palabras en los diálogos por fonética y a llenar las páginas con apostrofes, ya no podrás parar.
8. Evita las descripciones detalladas de los personajes. Algo de lo que Steinbeck se cuidó mucho. En “Colinas como elefantes blancos” de Hemingway, ¿qué apariencia tienen “el americano y la chica con él”? “Ella se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa” es la única descripción física de la historia, y aún así vemos a la pareja y los conocemos por los tonos de voz, sin un solo adverbio a la vista.
9. No caigas en grandes descripciones de lugares y cosas. A menos que seas Margaret Atwood y puedas pintar escenas con el lenguaje, o escribir paisajes con el estilo de Jim Harrison. Pero aún si eres bueno en esto, no querrías que las descripciones provoquen una pausa en la acción, en el fluir de la historia.
10. Y por último: trata de abandonar las partes que los lectores tienden a saltear. Piensa en lo que te salteas de una novela: gruesos párrafos de prosa, que contienen demasiadas palabras. Ahí el escritor está escribiendo, haciendo hooptedoodle, tal vez tomando otra foto del clima, o quizás se haya ido al interior de la cabeza del personaje. Y el lector o bien ya sabe lo que el tipo está pensando, o bien no le interesa. Apuesto a que, en cambio, no te salteas los diálogos.
1. Nunca abras un libro hablando del clima. Si es sólo para crear la atmósfera, y no para mostrar la reacción de algún personaje ante el clima, mejor que no sigas.
2. Evita los prólogos. Pueden ser irritantes, especialmente los prólogos seguidos por introducciones seguidas por preámbulos. Por lo general se los encuentra en los ensayos. Pero en las novelas, un prólogo es historia, y se lo puede dejar caer adentro en donde quieras.
3. Nunca uses otro verbo que no sea “dijo” para llevar un diálogo. La línea de diálogo pertenece al personaje; el verbo es el autor metiendo la nariz. Pero al menos “dijo” es mucho menos invasivo que “jadeó”, “advirtió” o “mintió”. Una vez noté que Mary McCarthy terminaba una línea de diálogo con “ella aseveró”, y tuve que parar de leer y conseguir un diccionario.
4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo “dijo”… él amonestó seriamente. Usar un adverbio de esta forma (o casi de cualquier forma) es un pecado mortal. El autor se está exponiendo de verdad, usando una palabra que distrae y puede interrumpir el ritmo de la charla. Tengo un personaje en una de mis novelas que cuenta cómo solía escribir romances históricos “llenos de violaciones y adverbios”.
5. Mantén tus signos de exclamación bajo control. Deberías permitirte no más de dos o tres cada 100.000 palabras. Ahora, si aprendes a jugar con los signos de exclamación como lo hace Tom Wolfe, entonces sí, puedes arrojarlos de a puñados.
6. Nunca uses las expresiones “de pronto” o “se armó un lío padre”. Esta regla no necesita una explicación. He notado que los escritores que usan “de pronto” tienden a ejercer un menor control en el uso de los signos de exclamación.
7. Usa los dialectos o las jergas en pequeñas cantidades. Una vez que empieces a escribir las palabras en los diálogos por fonética y a llenar las páginas con apostrofes, ya no podrás parar.
8. Evita las descripciones detalladas de los personajes. Algo de lo que Steinbeck se cuidó mucho. En “Colinas como elefantes blancos” de Hemingway, ¿qué apariencia tienen “el americano y la chica con él”? “Ella se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa” es la única descripción física de la historia, y aún así vemos a la pareja y los conocemos por los tonos de voz, sin un solo adverbio a la vista.
9. No caigas en grandes descripciones de lugares y cosas. A menos que seas Margaret Atwood y puedas pintar escenas con el lenguaje, o escribir paisajes con el estilo de Jim Harrison. Pero aún si eres bueno en esto, no querrías que las descripciones provoquen una pausa en la acción, en el fluir de la historia.
10. Y por último: trata de abandonar las partes que los lectores tienden a saltear. Piensa en lo que te salteas de una novela: gruesos párrafos de prosa, que contienen demasiadas palabras. Ahí el escritor está escribiendo, haciendo hooptedoodle, tal vez tomando otra foto del clima, o quizás se haya ido al interior de la cabeza del personaje. Y el lector o bien ya sabe lo que el tipo está pensando, o bien no le interesa. Apuesto a que, en cambio, no te salteas los diálogos.
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